... Así que se levantó y decidió que ésta vez algo tenia que cambiar. Dice la dicha que si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma. Se levantó y volvió a casa, se puso sus botas, las de antaño, esas que usaba cuando era joven para subir picos; se ató fuertemente los cordones para regresar a la estación y seguir el camino marcado por las paralelas de acero, esas que nunca lograran encontrarse. Se dejó llevar sin pensar en nada más. Fueron días, semanas, o meses. Perdió la cuenta cuando las barras pasaron a ser de madera, semidestruidas. Seguía y seguía en su empeño de encontrar ese tren que la iba a llevar a su oportunidad. Miraba su paso, ya no tan ligero, seguía el ritmo que su respiración podía darle, lento, intenso. En un momento, todo paró y nació… el vacío. No había nada más, sólo vacío. Ahí estaba su oportunidad, entendió que el vacío estaba ahí fuera, no en sus adentros, como siempre habia pensado.
2 comentaris:
me alegra que haya transvasado su vacío interno al exterior (bueno, o como se diga)
Gràcies per les fotos!!
nos vemos!!
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