Se alimentaba básicamente de croquetas de pollo. Un poco extraño, pues sí. Una tras otra, sin pan, las engullía… diez, once, doce de golpe. Necesitaba una gran cantidad de ellas porque su estómago era grande, muy grande… cedido por las aguas del mar. Algunas croquetas tenían la suerte de tener acompañamiento: lechugas marinas que flotaban en la superficie y se enredaban con ellas cuando la marea era brava. Pero no es de extrañar que ella no se sintiera del todo satisfecha con su dieta alimenticia… para nada. Día tras día pensaba en lo triste que era comer por comer, renegando del placer de saborear una buena comida, más adecuada para su linea; sólo abría la boca para calmar sus ansias, sin goce alguno. Luego se sentía fatal. Eso es algo muy común entre lo seres humanos pero no entre las ballenas. Intentaba impedir que la angustia se adueñara de ella, y soñaba día tras día con un buen festín de cetáceos y puede que también con alguna croqueta… pero no de pollo. Mejor de bacalao.
4 comentaris:
De vez en cuando hay que cambiar de croquetas...también pueden ser de verdura jejejeje mmmm que bueno
jajajajja molt bona Lluís! a mi les croquetes, totes ;)
i les de la sogre més totes les altres jeje
quin post mes croquetil!! jeje
Me quedo con el "Día tras día pensaba en lo triste que era comer por comer, renegando del placer de saborear una buena comida" ..
és que menjar és bàsicament un plaer... per suposat ;) i si és en bona companyia, doncs encara millor jeje
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